¿POR QUÉ YO NO VOTO?



En primer lugar, porque me lo imponen. Cuando te obligan a algo uno ya sospecha oscuras intenciones. Que ir a votar sea obligatorio, con amenaza de sanción si uno se abstiene, me suena a tiranía, no a “democracia”. Claro, esta es una democracia representativa, por ende, tenés que elegir a tu representante. Pero si yo no elijo representantes para ir al baño a hacer mis necesidades, como tampoco nombro representantes para estornudar. ¿Por qué debería elegir representantes para vivir mejor?
Y aparte, está plenamente comprobado que el hecho de elegir gobiernos no sólo no mejora nuestras vidas, sino que las empeora cada año que pasa.
¿Cuántas generaciones han votado en todos estos años en diversos países? Veamos lo que pasa hoy en África, en el mundo árabe, en Grecia, en Chile, en Argentina: conflictos sociales por todas partes, corrupción, asesinatos, muertes, pobreza.
La democracia representativa es el juego perverso en el que te obligan a fingir que sos libre, a elegir al amo que nos golpeará mañana con su látigo. No importa de qué color sea el látigo ni el partido del amo. Todos son iguales. El arte de gobernar es ponerse por encima de otros, para usarlos, explotarlos, robarlos, manipularlos.
¿Y un gobierno obrero? Cuando alguien llega al poder debe dejar la fábrica, en poco tiempo olvida desde arriba los padecimientos que se sufren abajo. Quien gobierna no trabaja, sólo nos está robando. Por lo demás, basta analizar la historia de cada “gobierno obrero” en Rusia, en China o cada país comunista, para ver las barbaridades que se han cometido por antiguos obreros que cambiaron su ropa de trabajo por lujosas corbatas y uniformes.
La política es como hacer zapping. Cambiamos siempre de canal porque ningún canal nos gusta, pero a nadie se le ocurre apagar el televisor. Hay que apagar el televisor y salir en las calles. Todas las conquistas obreras y sociales que se han ganado se ganaron en las calles, nunca poniendo un sobre en una urna y esperando mágicamente que ese voto nos de frutos, como si fuera una semilla que en poco tiempo nos dará limones.
Cuando votás ejercés un derecho, pero perdés los demás. Al votar estás legalizando y legitimando a todos los que te chuparán la sangre en varios años, aumentándote los impuestos, reduciendo tu salario, haciendo que tu vida pierda cada vez más dignidad mientras la de ellos es lujo y ostentación, viviendo a costa tuya. Sea del partido que sea. La solución está en la calle, no en las urnas. Está en la presión que desde abajo se impone a quienes están arriba. Tenemos que pelear por una sociedad donde ya no haya arriba ni abajo. Mientras esa jerarquía exista la igualdad será una estafa. Pero una estafa “democráticamente elegida para el bienestar de los ciudadanos”.
Generalmente se nos acusa a quienes no votamos, de ser personas irresponsables y antidemocráticas. Pero eso es otra mentira. No hay nada más hipócrita que votar una vez cada cuatro años, volver a nuestro egoísmo y creer que ya cumplimos con nuestro deber social. Mientras tanto la gente se sigue muriendo de hambre. Pero nosotros ya cumplimos. No compañeros, responsables y democráticos en el mejor sentido de la palabra son quienes luchan desde abajo en sus lugares de trabajo, en las asambleas, en las comisiones internas, en la plaza, en la calle, en las rutas todo el año. Eso es tener conciencia social y compromiso. Y nosotros no lo hacemos por un cargo político ni mejoras personales, porque sabemos que siempre nos correrá la policía, los palos, los golpes, el despido. Queremos una vida mejor para todos, no sólo para un grupo.
Si mañana votaras a tu patrón no dejarías de ser empleado, sólo te explotará otro, con otra forma. Sólo somos libres de elegir a nuestro amo. A eso le llaman democracia. PATRÓN-GOBIERNO contra EMPLEADO-CIUDADANO. Por ende no queda otra que seguir peleando siempre, desde abajo, en la calle, sin esperar nada de arriba sino de quienes están a nuestro lado. Usando las herramientas que nuestros ancestros nos han dejado: la huelga, el boicot, el sabotaje contra el PATRÓN-ESTADO y ejerciendo la solidaridad entre nosotros.
En lugar de ir a votar, creemos escuelas, bibliotecas, vecinales, sociedades de resistencia que no se vendan a nadie. Y estaremos por fin tranquilos de que estamos ejerciendo un “deber” ciudadano, que nadie hace. Porque más simple es delegar que hacerse cargo de nuestras vidas. Cuando un pueblo se pone de pie no hay gobierno que lo domestique.

JUAN MANUEL FERRARIO









1 comentario:

  1. ...que GRANDE Juan!!! tan claro como siempre
    SALUD Y LIBERTAD!!!!

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